GESTIÓN DE PERSONAS
Las emociones no son enemigas de las buenas decisiones
Para decidir correctamente no hay que apresurarse e identificar los sentimientos propios

Si tememos cometer errores al tomar decisiones apresuradas, ¿por qué lo hacemos? Cuando enfrentamos decisiones difíciles y complejas, experimentamos emociones igualmente difíciles y complejas. Muchos de nosotros no queremos lidiar con estos sentimientos incómodos, por lo que intentamos finalizar rápidamente la toma de decisiones. O bien, nos paralizamos, lo que a menudo conduce a malas decisiones, ya que no resolvemos realmente el problema y terminamos sintiéndonos peor porque lo convertimos en un dilema. Es un ciclo de retroalimentación negativa que limita nuestras decisiones con sentimientos incómodos o desagradables.
Para poder solucionar un problema en vez de intentar responder a un dilema, recomiendo encarecidamente, reconocer y abrazar las emociones que puedan ir surgiendo, integrándolas en el proceso de toma de decisión.
Por lo tanto, yo propongo estos dos pasos, inicialmente:
PASO 1: Tomarnos el tiempo suficiente para identificar las emociones que sentimos al enfrentar una decisión: ¿Cómo me siento?
PASO 2: Identificar qué emociones desearíamos sentir al reflexionar sobre nuestra decisión ya tomada: ¿Cómo me quiero sentir después?
Permíteme desglosar más estos dos pasos con un ejercicio en forma de 5 fases para permitir que nuestro pensamiento racional se alimente y se enriquezca con nuestro cerebro emocional, evitando e impidiendo decisiones reactivas por pensamientos negativos, o bien, la parálisis por lo mismo.
Estas son las FASES y las preguntas a responder en la Toma de Decisiones, integrando Razón y Emoción:
FASE 1: Identifica la decisión que debes tomar, visualiza el final del proceso. ¿Qué quieres conseguir? ¿Qué quieres que suceda? ¿Con qué resultados? ¿Cómo te querrás sentir después? Se suele empezar por clasificar mucha información objetiva y quizás contradictoria a veces, además de no atender a nuestras emociones. Por eso lo primero es identificar bien la decisión que debemos tomar, antes de manejar datos.
FASE 2: Identifica cómo te sientes acerca de la decisión que debes tomar. Considera tus emociones al contemplar una gran decisión. ¿Cuál es la emoción dominante? Empieza por las 5 Emociones Básicas: Miedo, Tristeza, Rabia, Asco y Alegría. Luego, puedes explorar otras emociones más complejas como la Vergüenza, la Culpa, la Ansiedad, la Angustia, la Euforia… Y también pregúntate: esas emociones y sentimientos ¿se basan en experiencias previas tuyas u otras fuentes de información de fuera? Nombrar nuestros sentimientos puede crear un pequeño espacio de trabajo entre nuestras emociones y nuestras acciones, permitiéndonos examinar la emoción y reconocerla sin dejar que impulse la decisión, aún.
FASE 3: Identifica los pensamientos que generan esa o esas emociones que sientes. ¿Qué tipo de pensamientos son? ¿De dónde salen? ¿Cómo se encadenan unos con otros? Esta Fase es muy importante porque hay un acontecimiento que activa la emoción, del tipo “debo tomar ya una decisión” y, de inmediato, se genera una emoción (la que sea). Pero en realidad, entre la emoción y el acontecimiento, hay un pensamiento que se genera como consecuencia del acontecimiento. Ese pensamiento nuclear, que a su vez origina la emoción, es el que debe considerarse y unirlo a los datos objetivos de que se disponga. De esta forma, cambiará la emoción y se pondrá al servicio de la Toma de Decisión final.
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Un artículo de Josep Gendra i Hom, Assesoría de Personas
Email: assessories@elcol-legi.org
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